jueves, 12 de julio de 2012

Radar Gay

Cuando pensáste que encontráste al amor de tu vida, resulta que te deja por un hombre, o algo así.
Siempre terminás conociendo gente a través de amigos, o sea que, serían amigos de amigos.
Así es como te decís a vos misma, "uy mirá que lindo, es igual a ese actor...bla, bla, bla...", "ojalá me invite a salir... bla, bla, bla...".
Entonces, todo lo que pensábas, se convierte en algo real. Él te invita a salir (vos chocha obvio), se ponen de novios (vos feliz de la vida), conoces a la familia, que por cierto, en este caso te caes de orto, porque claramente, es la mejor familia que jamás hayas conocido.
Y te volves a decir, "como la pegué con este flaco...bla, bla, bla...", "ojalá la relación de para algo más...bla, bla, bla...". (Obvio que ya pensabas en la convivencia a esta instancia, no?)
Hasta que el día menos esperado, él te dice (siempre con su mejor sonrisa): "la verdad es que...no podemos seguir juntos. Como te habrás dado cuenta, me gustan los hombres."
Y vos, con tu mejor cara de pelotuda le decis, "aaaaahhh, bueno, está bien". Y volves a tu casa más deprimida que antes.
Porque claro, cómo vas a competir con alguien que tiene un "algo" colgando debajo de los pantalones, cuando es ese "algo" lo que vos también estás necesitando.
(Y si, tuvimos sexo...y no, no fue nada bueno...nunca acabé).

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