Después de varios meses de frustraciones y lamentos, al fin ella lo vería. La ansiedad se hacía cada vez más grande y crecía en sus adentros toda esa magia de sentimientos nuevamente.
Ella sentía que él era el motor de su mundo, que él era lo que necesitaba para poder seguir de pie. En cambio él, él podía consigo mismo solo, así como estaba, él estaba bien.
Desesperada por elegir la mejor de sus ropas, desesperada por oler bien, desesperada por verse linda. Pero cómo lo lograría si por dentro se sentía lo peor que él podría haber conocido. Al menos lo intentaba, aunque sabía que no funcionaría.
El encuentro fue hermoso, siempre lo era si él estaba allí. Todo resurgía una y otra vez. Ella lo extrañaba y lo notaba más cuando volvía a verlo.
Sentir el calor de su cuerpo, la suavidad de su piel, el sabor de sus labios, aquello era incomparable. Nada superaba los momentos que ella pasaba junto él, nada.
Ese mes, recuerda que se vieron tres fines de semana seguido y para ella fue tremendo. Nunca habían pasado tanto tiempo juntos antes, era indescriptible la sensación de bienestar.
Uno de esos fines de semana él fue a su casa, aprovecharon que la madre de ella se había ido de unas "minivacaciones" e hicieron y deshicieron todo a su antojo.
Luego de eso, se volvieron a ver, por última vez, dicen que lo bueno dura poco, asi que, he aquí el último encuentro.
Salieron con amigos de él, ella no los conocía, pero pasó un momento agradable. Los amigos eran muy buena onda, así que no tuvo problemas de pánico ni mucho menos.
Terminado todo, se fueron juntos a la casa de él. Durmieron, tuvieron su momento y pronto todo acabó. Ella regresaría a casa feliz y él seguiría con su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario