Ella esperaba...
Ella ansiaba que llegara el día del encuentro, pero esta vez, ella estaba confundida. Como nunca sabía qué esperar, ya no esperaba nada. No esperaba nada de él y eso se convertía en un sentimiento de vacío en su cuerpo.
Su mente se despejaba y ahora, analizaba cada paso que daba, cada palabra. Cada sonido de su cuerpo era distinto. Aquello sólo indicaba una cosa, ya era hora. Ya era hora de dejarlo ir.
Aunque todo el tiempo estuvo negándolo, ella sabía que ese momento llegaría algún día. ¿Ese día, era hoy?
Ella no quería dejarlo, pero cuánto tiempo más iba a seguir atada a él. Al fin y al cabo, la cuestión iba a ser siempre la misma. Las cosas nunca cambiarían y ella tenía que poder seguir adelante más allá de todo, más allá de lo que él significaba.
La relación seguiría igual de vacía que ella y ya no tenía sentido que luchara. Después de un año de remarla, ella se sentía agotada. Quería seguir, pero sus amigas no se lo permitirían y en algún momento, ella entraría en razón y dejaría que el barco se hundiera junto con ella.
¿Qué le estaba pasando? De pronto, una parte de su vida se derrumbaba y ella no entendía absolutamente nada de lo que estaba ocurriéndole.
Todo daba vueltas en su interior. Su corazón y su mente entraron en una lucha constante. ¿Quién perdería la batalla?
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