La realidad, ellos se veían una o dos veces cada dos o tres meses . Lo triste, ella sabía que cuando no se veían por un largo período de tiempo, era porque él, estaba tratando de arreglar la situación con aquella mujer.
Ella lo sabía, no hacía falta que él se lo dijera (aunque tarde o temprano se lo terminaba contando) y le parecía bien que lo intentara. Aunque la tristeza y la pena, iban recorriendo de a poco todo su cuerpo, ella lo callaba.
Después de meses sin verse, él le dijo de juntarse y ella accedió. Fue a su casa, conoció a su familia, nada fuera de otro mundo.
Esas sensaciones extrañas, una vez más empezaron a recorrer su cuerpo, era grandioso. Todo lo malo que alguna vez pudo estar en su mente, se sumergió para dejarle sentir aquellas bellas sensaciones. De todos modos, lo malo volvería a emerger, así que podía permitirse algo lindo a veces.
Todo en su vida daba vueltas, ella cada vez entendía menos y él no se daba por aludido. Ella no sabía qué hacer, pero tampoco se lo preguntaría a él, porque eso demostraría que era incapaz de hacerlo por si misma.
Los meses seguían pasando, y ella, literalmente hablando, no hacía más que pensar en él.
Por suerte consiguió trabajo, ella pensaba que así, sería más fácil de sobrellevar esa situación, pero verdaderamente, no lo era.
Ella sólo deseaba verlo, estar entre sus brazos como aquella noche en "Madero", en donde él, la abrazó sin decirle nada y le besó el cuello lentamente.
Él hizo de esa noche, una magnífica velada y ella sabía que no se volvería a repetir. Por lo cual, la guardó en su memoria, con todos los detalles, hasta los más pequeños.
"Sonreír al escuchar su voz. Temblar al tocarlo. Llorar al decirle adiós."
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