Después de ese primer encuentro, acordaron volverse a ver. Aquello parecía ser una buena idea, a decir verdad, se llevaban bastante bien, por lo que no podría haber nada de malo en ello.
Ese día ella se sentía ansiosa y nerviosa, pero no sabía el porqué de aquello. Se dio un baño para relajarse, tomó sus mejores ropas, se vistió y salió de su casa casi corriendo. En el camino, mientras se chocaba con sus propios pasos, se preocupaba porque llegaría tarde (con lo que odia ser impuntual).
Subió al tren, miró hacia ambos lados buscando un asiento desocupado. Cuando encontró el asiento perfecto, se sentó, se acomodó abrazando sus piernas, pero no funcionó, ella no dejaba de temblar.
Llegó a la estación "Caballito", se bajó del tren y se dio cuenta de que la plata que tenía en el bolsillo no le alcanzaba para tomarse el maldito subte. ¿Cómo llegaría a destino?. Caminado, iría caminando, eso al menos, le calmaría los nervios.
Cuando estaba llegando (le faltaba sólo cruzar la calle), él la llama por teléfono, le pregunta dónde está, a lo que ella responde, "cruzo la calle y llego".
Él la estaba esperando, parado en la entrada de un "Mc Donalds". Ella lo vio, se rió, se acercó para saludarlo y en ese momento, él la tomó por la cintura y le besó los labios.
Ella se quedó inmóvil, sorprendida, perturbada por algunos pensamientos. ¿Por qué la besó?. ¿Por qué no lo rechazó?. Estaba totalmente confundida.
Entraron al "Mac", mientras a él le tomaban el pedido, ella se dirigió al baño (cosas de mujeres). Una vez que tuvieron el pedido,se fueron a comer a un hotel. Si leyeron bien, fueron a comer a un hotel. Ella estaba nerviosa, a pesar de que trataba de sobrellevarlo, le era muy difícil. La palabra hotel solo podía significar una cosa y ella no estaba preparada del todo para que ello sucediera.
Sus pensamientos comenzaron a invadir su mente más fuertemente. Su corazón se aceleraba y desaceleraba en menos de un segundo. Todo su mundo comenzó a cambiar de forma. Sentía el miedo y el pánico correr por todo su cuerpo. Un nudo se formaba en su garganta y solo podía reírse más. Ella se reía y no porque algo le causara gracia, simplemente estaba nerviosa.
Terminaron de comer, ella sentada sobre la cama, él recostado (seguramente estaba más cómodo que ella y no estaba para nada nervioso). Él le decía que se recostara también y ella no quería, no todavía.
Al fin se recostó, él la tomó nuevamente de la cintura y volvió a besarla. Su corazón comenzó a latir sin sentido, su respiración se entre cortaba, su cuerpo se tensionaba, pero era una sensación agradable. A ella le gustaba estar allí con él. Sus cuerpos se apegaban, pero él cortaba con todo el calor, con algún chiste sin sentido. Ella reía aún más, aunque le gustaba esa sensación de presión en el pecho. Nunca antes había pasado por algo ni siquiera parecido a aquello. Esto era totalmente distinto, diferente a todo lo demás. Y ni siquiera tuvieron que desvestirse.
Se hizo la hora de volver a casa, la hora de la confusión había llegado. Hasta antes del segundo encuentro, ella estaba muy segura de si misma, pero después de todo lo que había vivido allí, dentro de ese cuarto de hotel, todo se volvió confuso.
¿Cómo era posible que ella sintiera todo aquello, ese calor, esa opresión, cuándo él, ni si quiera era su tipo?. ¿Cómo podía ponerse tan nerviosa?. ¿Cómo?.
La confusión estaba matándola, ella tenía que descifrarlo, y tenía que ser ahora.
Se puso a recordar todo, desde lo que habían hablado, hasta lo que habían callado y sólo sonreía. Su corazón apresuraba el paso aunque ella sólo pensara en su nombre.
Pero no, era imposible, a ella no le gustaba él, no era su tipo, tampoco se estaba enganchando. Nada de eso era posible.
O tal vez... tal vez a ella si le gustaba, tal vez si era su tipo, tal vez si se estaba enganchando.
Pero no, era imposible, porque si él no gustaba de ella, ella no iba a gustar de él. Eso es algo obvio.
Chocó su cabeza contra sus manos, tiró de sus cabellos y se dijo a si misma, "es imposible...ES IMPOSIBLE."
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